Para ti el fracaso no era una opción. Fuiste mal perdedor, te costaba aceptar la derrota y, quizás, pocas cosas te resultaban tan seductoras como el afán de perseguir un sueño, de, simplemente, hacer el intento, de no darse por vencido. Querías la unión de todos los progresistas de Villanueva en nuestra casa, en la Casa del Pueblo, sin odios, sin rencores.
La palabra imposible no estaba en tu amplio vocabulario. Nos alentaste, nos empujaste, nos entusiasmaste con tu fortaleza y tu tenacidad para conseguir lo mejor para todos los jarotes.
A los más cercanos nos pautabas la vida, nos ahogabas con proyectos de futuro, inmejorables en su planteamiento, perfeccionables sólo en la forma. Nos dabas consejos que no pedíamos, pero siempre de forma altruista, pensando en los demás. Te dejábamos hacer porque cualquiera que te conoció sabía que decirte no a ti era una tarea difícil.
Perdiste, amigo, la última batalla. La vida te torció, una vez más, la mano. Pero, hoy cuando tantos te acompañamos en este adiós, compartimos la certeza de que, al final, la victoria será nuestra. Y el privilegio, de todos. Porque dejaste una huella profunda, marcada a fuego. No me gusta hablar por otros, pero me atrevo a decirte, en nombre de los que te conocimos, que te estamos profundamente agradecidos por lo que fuiste y por lo que te negaste a ser.
Te extrañaremos cada día, con la certeza de que esta nueva herida que hoy se abre con tu partida no cicatrizará, pero con la esperanza de que nos servirá para cicatrizar todas las anteriores.
Hasta pronto amigo.
Hasta pronto compañero.
Fco. Javier Arenas Vacas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario